¿Te has detenido a pensar en lo que significa ser una joven llena de sueños y que, de un momento a otro, la vida te exija madurar antes de tiempo?
Trabajar para sostenerse, estudiar para construir un futuro, cuidar a un hijo y, sobre todo, mantenerte en pie como un árbol en medio de la tempestad. Así fue la realidad de Patricia Nohemí Castillo, egresada de la carrera de Ciencias de la Enfermería de la Universidad en el Campo (UNICAM), núcleo Ranchería, departamento de Chinandega, quien hace aproximadamente una década, con apenas 16 años, enfrentó una maternidad temprana que cambió por completo el rumbo de su vida.
En esa etapa en la que la mayor preocupación debería ser qué hacer el fin de semana o qué materia aprobar, Patricia se encontró en medio de un torbellino emocional, ya que sus padres atravesaban un divorcio, y ella, en medio de su vulnerabilidad, buscaba amor y apoyo para no sentirse sola.
“Buscaba amor, apoyo, alguien que me ayudara a no sentirme sola, y terminé embarazada. No fue fácil, y menos siendo madre soltera a los 16 años”, confiesa.
No era solo un embarazo; era un llamado prematuro a crecer, y la responsabilidad inmensa de cuidar a un ser inocente mientras ella misma aún intentaba entender quién era. Las dudas y los miedos la abrazaban, pero en su interior estaba la necesidad de ser fuerte, de resistir y de abrirse paso en un mundo que parecía querer detenerla.
“Cuando me enteré de que estaba embarazada, no lo podía creer. Tenía miedo, mucha confusión… estaba en la secundaria y fue una época muy difícil, porque sentía que todo a mi alrededor se desmoronaba”, recuerda con voz pausada.
Convertirse en madre siendo apenas una adolescente fue un giro inesperado que la enfrentó a desafíos enormes:
“No tenía edad para trabajar formalmente, así que hacía lo que podía para sostenernos. Terminé la secundaria con mucho esfuerzo, pero la universidad… eso quedó en pausa por un tiempo.”
Y aunque parecía que sus metas se alejaban cada vez más, un rayo de esperanza apareció cuando menos lo esperaba.
“Un político del barrio habló de UNICAM. Escuché, me informé, y sin pensarlo dije: “Esta es mi oportunidad; me lancé sin saber cómo lo iba a lograr, pero pensaba en el futuro de mi hijo”, expresa con mirada firme.
Ingresar a la universidad fue un salto, pero también el inicio de nuevos retos; combinar las clases, las prácticas, el trabajo y la maternidad fue un desafío diario.
“En tercer año me sentía agotada, pensé en salirme, en rendirme, pero mis compañeros de clases y los maestros, me animaban y me decían: ‘No estás sola’, lo cual me dio fuerza para seguir”, comenta.
Hoy, con 25 años y tras haber culminado su defensa de finalización de estudios, Patricia ve el fruto de todo ese esfuerzo reflejado en los ojos orgullosos de su hijo.
“Cuando me vio con mi bata blanca, corrió hacia mí y me abrazó fuerte. Me dijo: “Quiero ser como usted. Me felicita, se emociona conmigo. Me dice que soy su mamá y su papá, y eso… eso me rompe y me reconstruye a la vez.” expresa con voz entrecortada y sus ojos llenos de lágrimas.
Y es así, que con la serenidad de quien ha atravesado su propia tormenta, Patricia tiene claro el mensaje que quiere dejar a todas las jóvenes:
“A las jóvenes que están pasando por lo mismo que yo pasé hace diez años, les digo: no se detengan. Los hijos no te detienen, te impulsan. Son una bendición. Cuando hay un hijo de por medio, una puede salir adelante. Solo una misma tiene el poder de detenerse, y también el poder de avanzar.”
Patricia Nohemí Castillo no es solo una madre joven; es una mujer que camina con firmeza, llevando en su andar el legado de los héroes y mártires de la Revolución Popular Sandinista. Su historia, marcada por la maternidad temprana, la superación personal y el deseo de servir a su comunidad como profesional de la salud, cobra un profundo sentido en el marco del Día de las Madres Nicaragüenses, representando a miles de mujeres que han decidido no rendirse, porque ser madre y salir adelante, también es una forma de hacer revolución.